120.000 metros cuadrados en el centro de Oviedo guardan silencio mientras la vida en la ciudad no para ni un segundo. Se trata de la Fábrica de Armas, uno de esos lugares que a muchos nos gustaría rescatar y poner al servicio de la cultura, del arte y de la sociedad en general. Sin embargo, todas sus instalaciones y magníficos edificios permanecen encerrados, deteriorándose con el paso del tiempo, olvidados por las empresas y los políticos que algún día los dejaron a un lado.
El pasado 4 de octubre, algunos tuvimos la suerte de poder acceder a una mínima parte de la fábrica, que se abrió al público con motivo de la celebración de la Noche Blanca en Oviedo. Las propuestas artísticas de Tadanori Yamaguchi y de Óscar Mulero en diferentes zonas del recinto atrajeron la curiosidad del público. Pero, fundamentalmente, fue el espacio en sí mismo lo que cautivó a las cientos de personas que durante unas horas pudimos disfrutar de la belleza industrial de la Fábrica de Armas.
Entre ellos, Fernando Luis, un fotógrafo afincado en Asturias que esa noche decidió mirar, escuchar, perderse… El resultado, esta serie de fotografías que nos invitan a soñar.