Lo que está claro es que esta generación de hipsters y demás modernos envejecerá en algún momento. Los ancianos ya no representarán el concepto que tenemos ahora de ellos: Toquilla, boina y gafas de culo de baso. El que es moderno, crece y enjevece moderno. Se deja barba, se hace con unas Ray-Ban, y le da a los tirantes y la pajarita una nueva acepción.
Nos espera una entera generación de abuelos tatuados, con pearcings y dilataciones. Viejillos alegres y pizpiretos que se arreglarán sus barbas, y se tintarán el pelo de colores impensables. Sabrán de buena música, y de buen cine, estarán empapados de las últimas tecnologías, y seguirán dando rienda suelta a su creatividad, porque si es auténtico, el espíritu hipster nunca muere.
Ya ahora, nos encontramos con algunos pioneros del arte corporal, recién llegados a los 60, que han querido posar para distintos fotógrafos, y darnos una idea, de la eterna pregunta de; «¿Qué pinta tendrás cuando cumplas los 60?»
Y no es por espachurrar un limón en el ojo conservador, pero estos abuelos están bien buenos, y los tatuajes les quedan cual mancha de nacimiento: son suyos, arrugados o caídos, sigue siendo su piel. Piel vieja tintada, pero auténtica, única y aún original. No se que opináis, pero yo quiero irme al asilo al que vayan estos.