Pusher ha sido la afortunada en convertirse en el sexto videoclip de su último trabajo This is all yours. Los británicos alt-J se pusieron en manos del director Thomas Razi y lo grabaron en París -de hecho el hombre que se diferencia del resto habla en francés. A lo largo de los años, los videoclips nos han mostrado una interpretación bastante personal de lo que es la canción en sí. Llevar a cabo un videoclip no es tarea fácil, se le dedican bastante horas de trabajo para llegar al resultado deseado. Al fin y al cabo, lo que se intenta mostrar, claro que hay casos y casos, en un vídeo sobre una canción es una historia. Puede que tenga o no que ver con la letra de la misma canción, con lo que el artista haya querido transmitir, a veces no es perceptible y otras es muy clara. Las interpretaciones tienden a ser libres.
En el caso de Pusher, el vídeo que os presentamos, tiene que ver con la letra, aunque no lo parezca a simple vista. Los elementos que se nos presentan podrían pasar desapercibidos, pero el que más llama la atención es que haya una cabina, donde no suena en ningún momento, como se dice en la canción «but a waited phone never rings». La distribución de los elementos, tanto los personajes, como los objetos, pueden llegar a recordar a una escena del libro Momo, salvando las distancias, de Michael Ende, donde los hombres grises se reúnen, todos iguales, todos carentes de alma y de sentimiento.
El vídeo no tiene florituras, no le hace falta, y es bastante sencillo, cosa que le otorga mayor atractivo. Se nos presenta un espacio, una especie de campo de fútbol transformado en un anfiteatro o sala de oratoria improvisado, donde hay unas personas, todas con el factor en común de que no tienen pelo, de lo que se substrae la idea de igualdad y pérdida de individualización, gente que no se diferencia en absoluto del otro y que carecen de voluntad (unas personas que, de hecho, recuerdan a los observadores de Fringe, aunque nada tienen que ver en lo que representan en el vídeo, pero sí en la estética). De pronto, aparece una persona diferenciada del resto, tiene pelo, y parece que tiene algo que decir. Se sube en la tarima, saca una libretita y empieza un discurso desesperado, mientras la voz de Joe Newman eclipsa el discurso, junto con la música del grupo. La cámara empieza a dar vueltas al rededor del grupo que escucha, con mayor o menor espectación, al pobre hombre-profeta-amante-camello-vendedor (por lo de «pusher» y «puller»), desesperado, vendiendo una idea o un productor («are you a pusher or are you a puller?»). Intenta captar la atención de los hombres sin alma a los que habla, con cierta desesperación, que recuerda a la imagen que daban los trovadores en la edad media (donde el amante se diferenciaba del resto para llamar la atención de la amada), aunque en este caso de una manera mucho más decadente y deprimente.
Al final, el diferenciado decae en la desidia que lo llevará al suicidio ante la pasividad de su aforo. El vídeo, por tanto, no es pretencioso, intenta adaptar la canción lo mejor que puede, la interpreta de manera simple y genial y es lo que se obtiene cuando se ve el vídeo y se escucha la canción. Una manera minimalista, sencilla y atractiva de presentarnos una historia que, a mi parecer, es bastante triste. Ahora bien, cada cual puede sacar sus conclusiones viendo el vídeo que, por si no lo he dicho ya, no tiene desperdicio.